Freddy Fazbear y su pandilla de antagonistas animatrónicos vuelven a la carga con Five Nights at Freddy’s VR: Help Wanted, y ya puedo confirmar (si los nervios me lo permiten) que siguen dando bastante miedito.
Se me puso la carne de gallina nada más colocarme el casco de PS VR: Freddy y los suyos me clavaban la mirada desde la pantalla del menú y seguían todos mis movimientos con sus enormes ojos de plástico.
En esta nueva entrega para PS VR regresamos a Freddy Fazbear’s Pizza, donde un guardia de seguridad debe sobrevivir al grupo de letales personajes animatrónicos cuando estos cobran vida por la noche. A los fans de esta terrorífica serie de puzles con tintes de aventura gráfica les gustará saber que Help Wanted incluye 20 niveles clásicos de los juegos originales y 20 minijuegos totalmente nuevos de auténtico infarto.
La demo que probé incluía tres minijuegos a cada cual más angustioso. El primero era una recreación de la segunda noche del Five Nights at Freddy’s original.
Estaba sola en la trastienda del restaurante y tenía que sobrevivir a la noche mientras controlaba las cámaras de vigilancia que seguían a los variopintos integrantes del grupo. El objetivo era cerrar las puertas correspondientes cada vez que se acercaban más de la cuenta. Cambiar entre las distintas cámaras produce una sensación premonitoria muy típica del género de terror, que se acentúa gracias a la realidad virtual.
Una cosa es ver cómo desaparecen estos personajes tan espeluznantes cuando miras un monitor, Y otra muy distinta, perderlos de vista, girar la cabeza y sentir que te da un vuelco el corazón cuando Foxy recorre la sala a toda velocidad para convertirte en su presa.
Aunque te dé tiempo a cerrar las puertas, verlos deambular a través de las ventanas solo mantiene los nervios a raya durante unos instantes. Si quieres llegar con vida al amanecer, lo mejor que puedes hacer es observar atentamente los indicadores de energía y dejar las puertas abiertas de forma estratégica. Yo seguí un enfoque diferente (y erróneo) en el que me dedicaba a cerrar las puertas frenéticamente y durante demasiado tiempo. Lo único que conseguí fue agotar la energía y quedarme a oscuras sin más compañía que los ojos brillantes de Freddy.
Después probé un minijuego en el que tenía que reparar la guitarra desafinada del conejo Bonnie. Me dio mal rollo incluso antes de empezar, ya que el bichejo cantarín estaba sentado muy cerca y tenía un aspecto muy intimidante.
El juego completo incluye varias secuencias en las que hay que reparar objetos siguiendo con muchísimo cuidado las instrucciones por voz del técnico, ya que un solo despiste puede significar una muerte espantosa. Yo metí la pata más de una y de dos veces.
Al tercer intento estaba tan tensa que hasta seguir las instrucciones al pie de la letra me hacía pasar un mal trago. Se me ponían los ojos como platos cada vez que tenía que retirar la mandíbula de Bonnie o reiniciar sus globos oculares. Saber que el susto dependía exclusivamente de mí fue una experiencia sobrecogedora de principio a fin, y solté un suspiro de alivio de forma casi inconsciente cuando logré terminar la reparación.
El tercer minijuego, que también estaba ambientado en un escenario del juego original, me hizo acordarme de dos de mis mayores fobias: los espacios cerrados y los animatrónicos con cara de roedor e intenciones asesinas. Se trataba de una sala de escape en el interior del sistema de ventilación del restaurante. Tenía que pulsar botones, accionar interruptores y girar válvulas en un orden estratégico mientras uno de los amigos dementes de Freddy recorría los conductos para llegar hasta mí.
Podía hacerlo retroceder al alumbrarlo con la linterna, pero cada paso del puzle abría una nueva parte del sistema de ventilación en otra dirección, por lo que tenía que hacer malabares para concentrarme en mi tarea y mover la cabeza de un lado a otro para pillar a la rata antes de que me pillara a mí. Me sentí como si estuviera compitiendo conmigo misma mientras el pánico se intensificaba y buscaba la siguiente válvula.
Todos los minijuegos tienen objetivos y mecánicas diferentes, pero hay una cosa en común: te mantienen con el corazón en un puño. Los juegos de terror utilizan a su favor el suspense y la ansiedad que te produce pensar qué será lo próximo que se abalance sobre ti.
Five Nights at Freddy’s en PS VR te mete de lleno en el terror de la noche y te hace verla desde todos los ángulos, con Freddy, Chica Foxy y compañía acechándote en la oscuridad y a escala real. La pizzería, sórdida y llena de suciedad, cobra vida ante tus ojos. No me hizo sentir como si estuviera jugando a un juego, sino atravesando una casa encantada deliciosamente interactiva.
Desde luego, los sustos están igual de cerca. Five Nights At Freddy’s VR: Help Wanted llegará a PS VR en primavera.
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